A cuatro meses de la pandemia: El sentir de nuestros trabajadores

Con cientos de horas de trabajo intenso en el cuerpo, sometidos a una presión nunca antes vivida, la primera línea de la salud de nuestro establecimiento habla de lo que han sido estos días de COVID-19.

Son los héroes del momento, junto a otros que, desde todos los flancos, día a día ayudan a quienes realmente lo han pasado mal en estos cuatro meses que la pandemia del COVID-19 a azotado nuestro país y el mundo.

Los trabajadores de la salud están cansados y muchos de ellos angustiados al estar lejos de sus familias: “Los turnos son de 24 horas y eso afecta. Los procedimientos han cambiados y se hacen más agotadores. Muchos compañeros se han contagiado y han estado grave… todo eso afecta. Además, no poder ver a la familia es difícil”, explica Sandra Pelle, Técnico en Enfermería de Camas Medias Cardiovascular.

Ella es de Coyhaique y nos cuenta que su hija está allá, lo cual ha sido duro, porque no la ve hace casi un año: “Me vine a trabajar acá en julio del año pasado; en diciembre entré al Instituto y aquí estoy. Mi hija tiene 13 años, entiende lo que es la pandemia, a pesar de que donde viven no hay muchos casos y el aislamiento es menos restringido …la echo de menos”, confiesa.

Cambios

María José Figueroa, es enfermera del INT y habla de los cambios a los que se han visto sometidos: “La pandemia ha afectado a todo el equipo de salud, gente de aseo, alimentación, kinesiólogos, médicos, etc.; todos hemos tenido que ser dinámicos, flexibles y adaptarnos al cambio, tratar de hacerlo bien sin saber cuál es la mejor manera de tratar a estos pacientes”. Y continúa: “En lo personal, ha sido un desafío. He sentido miedo, pero no por contagiarme, sino por contagiar a otras personas. Tuve que dejar la casa donde vivía con mi tía para que ella estuviera segura, y fue duro irme en esas condiciones. Pero hay casos peores, como el de compañeras que han tenido que alejarse de sus hijos, y he visto el dolor de ellas”, cuenta.

Pero la vocación de cada uno de ellos, sumado a las ganas de ayudar, ha hecho que se mantengan realizando su labor sin descanso y con más ahínco, como es el caso de Constanza Peña, Terapeuta Ocupacional que llegó al INT desde el INRPAC (Instituto de Rehabilitación Pedro Aguirre Cerda) como voluntaria: “El llamado del Instituto a colaborar fue muy motivador para mí. No tengo a mi alrededor adultos mayores o niños a quien poner en riesgo, así que me vine sin pensarlo mucho”, confiesa. Sin embargo, el trabajo que realiza hoy es muy distinto al que realizaba: “Llegar acá fue comenzar a trabajar en un ambiente totalmente distinto. Una se encuentra con pacientes que requieren atención de un equipo mucho más multidisciplinario y el desafío es mayor. Pero mis compañeros se han portado muy bien, son realmente espectaculares; el trabajo en equipo ha sido fundamental para sacar adelante a los enfermos”, explica.

El apoyo del INT

La carga emocional de toda la primera línea ha sido fuerte. Por eso, el Instituto Nacional del Tórax ha dispuesto apoyo psicológico para todos sus funcionarios, lo que ha sido fundamental: “La ayuda psicológica que hemos recibido de parte del establecimiento nos ha servido mucho. Esta situación desgasta mucho emocionalmente… una debe estar enfocado en el trabajo más que en las emociones”, cuenta la técnico en enfermería Sandra Pelle.

“Saber que tenemos la oportunidad de apoyarnos psicológicamente en un profesional es muy satisfactorio. Por mi parte, no lo he necesitado, pero sé que está ahí. Quizás cuando todo esto terminé lo requiera, porque es fuerte estar con alguien que lucha por su vida y luego salir a la calle y ver cómo la gente no se cuida, lo irresponsable y poco empáticos que somos como sociedad”, explica Constanza Peña, terapeuta ocupacional.